Tener tan claro cuál es tu color favorito puede llegar a resultar peligroso. Mucha gente da por hecho que cualquier cosa te va a gustar simplemente por ser de ese color. En mi caso es el morado y hasta hace relativamente poco había tenido bastante suerte. Se puso de moda hace unos años y eso provocó que un montón de ropa que jamás había visto en ese color, de repente, inundara los escaparates, las calles y mi armario. Poder comprarse una camiseta morada del tipo que más me gustara en ese momento era de agradecer. Pero las risas aún estaban por llegar.
La primera Navidad después del purple-boom fue como la recolecta de una cosecha de 100 hectáreas abonada con pigmento morado en todos sus matices a la que no le había faltado el riego.
Todo era morado y, salvo cuatro cosas, horrible. Y no por el color, eso que quede muy claro. Nunca me ha molestado que la gente me regale cosas moradas porque, en serio, ese color me encanta. Lo que me choca es el "todo vale" en plan: "Oh, mira, un búfalo que ha muerto ahogado y está a punto de empezar a descomponerse. Pero bueno, es morado, ¡seguro que le gusta!", "Voy a regalarle un ramo de cardos borriqueros, que como son morados seguro que le encantan" Pues lo siento, pero no. Los búfalos me gustan marrones (y vivos) pastando felices en los documentales de la 2. Y tendrían que someterme a la tortura china para desvelar cuál es mi flor favorita. No soy tan tonta como para cometer el mismo error dos veces.
Una de mis tías decidió que mi colonia diaria debía ser Ultraviolet (¿morada? ¡morada!) y mi único tío que no, que mejor Halloween (¿morada? ...). Y desde entonces, todas las Navidades han seguido el mismo patrón. Las colonias, al menos, son fijas, pero el factor sorpresa ha pasado a ser el factor creepy.
En éstas no podía faltar mi madre. Que me regaló este tapiz para que, una vez hecho, yo se lo regalara a ella (releed, releed, pero es tal cual):
Basta con que te impongan algo para encontrar de forma automática mil cosas mejores y más interesantes que hacer antes que lo que "debes". Encima, entre el tapiz y yo no hubo ningún tipo de feeling. Más bien rechazo.
"¡Pero si es morado!"
Lo empecé a regañadientes y después de hacer un poco de allí y otro poco de allá lo dejé aparcado en el fondo del costurero, junto al pato. De vez en cuando mi madre lo ha sacado para paseármelo por la cara, a modo de extraño cortejo. Nunca había tenido éxito, hasta el viernes pasado.
Estaba tan harta de encontrármelo cada dos por tres que decidí re-empezarlo. No me gusta dejar las cosas a medias y esto no va a ser una excepción que pueda recriminarme mi cerebro cuando haya agotado los temas recurrentes. Para que veáis lo poquito que llevaba hecho hasta entonces he hecho una foto del revés:
Espero que el blog me anime a terminarlo cuanto antes. Sabiendo que en algún lugar ha quedado registrada la fecha exacta sólo quedan dos posibilidades 1) terminarlo pronto, salvando mi honor, 2) mandarlo al cuerno otra vez y acabar con la vida de todos los testigos.
También confío en el clima como aliciente. A ver quién aguanta tres meses de infierno con esa manta cubriéndole las piernas.
P.D.: Lectores-regaladores y lectores-regaladores-en-potencia: seguid comprándome cosas moradas. Me gustan mucho, en serio. Sólo tienen que ser bonitas en conjunto, no sólo en color. Y sobre todo: ¡regaladme cosas, lo que sea!
Mariko hija mía, que lío te llevas....Pero si te sirve de consuelo...A mi ese tapiz tampoco me hace nada de nada....
ResponderEliminar¿Me llevo lío haciendo esto? ¿escribiéndolo? No te he entendido bien XD
ResponderEliminarTerminado supongo que le cogeré más cariño (a menos que decida lanzarlo a la pira ^^)
Pues a mí me gustaría verlo acabado, seguro que te queda de PM. Por cierto, que tengo pendiente volver a intentar llamarte para darte las gracias xD
ResponderEliminarA ver si este finde puedo poner cómo va avanzando el asunto floral XD
ResponderEliminarNo te preocupes por la llamada, las gracias no son necesarias para nada :) Si a la primera no cojo, insiste una segunda vez (dejo el móvil en el bolso para no olvidarlo y la mayoría de las veces no me entero cuando suena).